Eran los principios del siglo XX, la gran guerra (Primera
Guerra Mundial) había terminado y en Boston, un inmigrante italiano, Carlos
Ponzi, recibía una carta desde España pidiéndole que a vuelta de correo le
enviara un catálogo de su compañía de publicidad.
Todos sus proyectos habían ido de fracaso en fracaso desde
que desembarcó en América, si embargo, cuando abrió el sobre pensó que había
dado con el negocio del siglo.
La Unión Postal Universal había llegado a un acuerdo para el
uso de cupones que servirían para devolver las cartas a vuelta de correo, y con
la devaluación de las monedas europeas después de la guerra, podría ganar miles
de dólares, solo adquiriendo los cupones en el viejo continente y haciéndolos
valer en Boston.
Por fin había dado el inteligente Ponzi con la fórmula
perfecta para hacerse millonario al vapor, el único problema que tenía era la
carencia de efectivo para comprar los cupones, ya que sus fracasos económicos
le habían cerrado las posibilidades de acceder al crédito.
CONSIGUIENDO EL CAPITAL
El primer cliente fue su vecino Joseph Daniels, a quien le
pide 200 dólares con la promesa de devolverlos en 90 días mas el cincuenta por
ciento adicional.
Siendo imposible conseguir un rendimiento de ese tipo en el
sistema formal de la economía, Daniels le pregunta como hará para multiplicar
de esa forma el capital prestado, y este le explica la compra de los sellos en
Europa y su reventa en Estados Unidos, lo que sería absolutamente legal.
Con los primeros 200 dólares en el bolsillo, Ponzi se dedica
entonces a convencer a varios de sus amigos y conocidos para que le hagan
pequeños prestamos, a los cuáles casi nadie se negaría; diez, treinta o hasta
cincuenta dólares; siempre con la promesa de devolverlos a los 90 días y con el
50% de interés.
Entusiasmado por el éxito de su idea, funda una Compañía de
Intercambio de Bonos, y los oferta como inversión a todos sus conocidos,
quienes a su vez lo promocionan entre sus propios vecinos y amigos.
En poco tiempo su local de School Street esta abarrotado de
inversores, quienes le entregan su dinero y reciben a los 90 días el fruto de
su inversión y reinvierten de nuevo, sin investigar donde están los sellos
postales de que habló Ponzi y que serían el soporte del negocio propuesto.
Porque como ya harán adivinado, este, al ver como recibía
montones de dinero que, reinvertidos servían para pagar los intereses de los
inversores, decidió no comprar nada y reenganchar en una pirámide interminable.
Al poco tiempo, la fiebre de la inversión, es decir, es
estimulo a la codicia que tenemos todos en nuestros genes, se extiende por toda
la costa este de los Estados Unidos y se instalan sucursales de la CIB desde
Connecticut hasta New Jersey.
EL DINERO NO LO PAREN LOS ARBOLES
El problema es que el valor del dinero, que fue creado para
sustituir al trueque, está sustentado en su emisión y reconocimiento por los
gobiernos centrales, y no se reproduce ni multiplica de forma ininterrumpida en
los arboles como si fuera una fruta.
El gran flujo de efectivo que tenía Ponzi en sus manos, le
permitió comprar una mansión en Nueva Inglaterra, abrir cuentas en cientos de
bancos, hacer el papel de benefactor de la Policía de Boston y otras
extravagancias propias de los mas ricos.
Hasta que el analista financiero Clarence Barron, demostró
matemáticamente que sus ganancias eran imposibles de obtener haciendo alguna
inversión, y multitudes se presentan en las puertas de sus diversas oficinas a
exigir la devolución del dinero invertido mas los intereses devengados.
Su primer cliente, Danields lo demanda por un millón de
dólares, de modo que en el juicio se describe la forma en que se usaban los
ingresos para pagar los intereses y el capital quedaba sin sustento.
Como usaba el dinero de los demás para mantener sus enormes
gastos personales, lo condenan como el creador de la mayor estafa colectiva
hasta entonces conocida..
Esa es la historia del esquema de Ponzi, la primera estafa
piramidal documentada.
Llevó a la quiebra a cinco bancos, pérdidas por mas de 20
millones de dólares de esa época, unos 225 millones actualizados a la fecha;
nada que ver con la Bernie Madoff, que estafó 65 mil millones de dólares y
cumple 180 años de prisión en Estados Unidos.
CUANDO TE PROPONGAN GANANCIAS FÁCILES
Una avalancha de ¨compañías¨ son promovidas por la internet
para invertir pequeñas cantidades de dinero y obtener ganancias fabulosas en
muy corto tiempo.
La Republica Dominicana y el resto de América Latina han
sido invadidas por promotores que prometen hacerte socio de empresas, tener tu
propio negocio, multiplicar tu pequeña inversión de forma que puedas darte una
vida de reyes y todo sin trabajar ni hacer nada.
Existen los que que se venden como proveedores de
facilidades de telecomunicaciones, los que te hacen comprar productos, los que te
dicen que no tienes que buscar a nadie para ganar dinero y ni siquiera moverte
de tu casa ni hacer algún esfuerzo-
Todos te propondrán una pequeña o alta inversión, te crearán
la ilusión de comprar una mansión o un auto de lujo, lo ejemplificarán con los
socios inversionistas, que según ellos ya llegaron a la meta, y abrirán tu
apetito por ganar dinero a montones.
Sólo te advierto que cuando los estés escuchando, te
acuerdes de la figura de Carlos Ponzi, inventor de este tipo de ¨negocio¨,
quien terminó en la ruina en un Hospital de Brasil, en donde recaló en su viaje
como deportado hacia Italia su país natal.
Desconfía de las ganancias fáciles porque en el esquema
piramidal de Ponzi, siempre alguien pierde.
Fuente: Humberto Salazar
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